Existen muchos tipos de enfermedades que pueden afectar al oído, tanto de manera externa como de manera interna. Entre ellas se encuentra la pericondritis, la cual se desarrollará a lo largo de todo este artículo.
¿Qué es la pericondritis?
Cuando se habla de pericondritis, se hace referencia a la infección que se puede producir en el oído de una persona, en su parte más externa, es decir, en el tejido y la piel que sirve como recubierta para el cartílago de la oreja del individuo. Al momento de producirse una pericondritis, una de las principales características que se observan es la formación y acumulación de pus entre la zona de el cartílago y el pericondrio, de aquí proviene el nombre que se le atribuye a la enfermedad.
Esta se puede producir en personas de cualquier edad sin ningún tipo de discriminación, es decir, en cualquier sexo, raza o ubicación geográfica, por lo que ninguna persona se encuentra totalmente solvente de padecerla. Tampoco existe ninguna manera de prevenir la aparición de la misma, ya que cualquier persona que se vea expuesta a las diversas causas por las cuales se genera la infección ya es susceptible a contraer la enfermedad, y bajo estas condiciones es muy probable que la padezca.
En la mayoría de los casos las personas no sienten ningún dolor al padecer de este tipo de enfermedad, sin embargo esto no significa que la misma no puede causar graves consecuencias. La pericondritis suele durar un período más o menos considerable de tiempo, aún con tratamiento, y las consecuencias que puede generar son bastante graves, en especial si la misma no es diagnosticada a tiempo y no se le aplican los medicamentos o tratamientos necesarios, por lo que se recomienda a la persona acudir al médico lo más temprano posible.
Por lo general en esta condición la necrosis tiene un papel importante en su degeneración y progreso destructivo, en cualquiera de sus presentaciones, es decir, ya sea como necrosis séptica o o necrosis avascular, lo cual puede llegar a generar inclusive la deformación del pabellón auricular, y si la persona no se cuida esta deformación se puede mantener de manera permanente. De igual forma, en muchos casos se observa la presencia de la bacteria bacilos gramnegativos, la principal generadora de la pericondritis.
Si una persona no se cuida con tratamiento la pericondritis y la enfermedad avanzada hasta sus etapas más graves, esta puede desembocar en condritis, lo cual es la infección del cartílago directamente. Este nivel de infección es mucho más que el primero y por ende mucho más difícil de solucionar, por lo que las consecuencias que puede llegar a general son mucho más perjudiciales y en algunos casos permanentes para la persona que padece la afección. Es por esto que se recomienda tratar la infección lo más pronto posible.
El oído externo
Para conocer todo acerca de esta enfermedad, es necesario saber en que lugar se genera la misma y de qué manera funciona esta estructura, para así tener bien en claro que funciones llega a afectar la pericondritis y que tan grave puede ser su progreso.
De esta manera, el oído es uno de los cinco sentidos que se utilizan para percibir el mundo exterior e interpretarlo a nivel cerebral. Los otros cuatro sentidos son el gusto, el tacto, la visión y el olfato, y ellos cinco trabajan en conjunto para proporcionarle a la persona la mejor manera posible de captar y comprender el mundo a su alrededor, de manera que pueda dar respuestas de manera satisfactorias a las diversas demandas que va presentando el ambiente a lo largo del desarrollo de su vida.
Así, en este papel de percepción e interpretación, el oído se encarga de los sonidos que se encuentran o que producen los distintos objetos alrededor del individuo, y al captarlos los transmite al interior a través de una serie de estructuras y canales para que finalmente lleguen al cerebro y este sea capaz de interpretarlos e identificarlos.
No obstante, esta no es la única función que cumple el oído, ya que también cuenta con un sistema conocido como el sistema vestibular, el cual se encarga de mantener el equilibrio de la persona para que la misma pueda caminar y mantenerse en pie sin caerse, y además pueda contar con un sentido favorable de orientación que le permita conocer en que punto se encuentra ubicada y hacia donde se quiere dirigir.
Por otra parte, el oído cuenta con una serie de subdivisiones y estructuras que le permiten funcionar de la manera en la que lo hace, ya que cada una cuenta con un papel fundamental que le permite a la persona contar con una audición idónea y acorde a sus necesidades, ya que le permiten al sonido viajar desde lo más externo del oído hasta lo más interno y de ahí ir directo al cerebro. De esta manera, las principales subdivisiones del oído son: oído interno, oído medio y oído externo.
El oído interno es el que se encuentra en la parte más profunda de esta estructura, directamente en el medio del hueso temporal del cráneo, y se divide en dos partes principales: la primera se encuentra estructurada por el vestíbulo y los conductos semiculares, los cuales cumplen la función de mantener el equilibrio de la persona; la segunda parte la conforma la coclea, la cual trabaja de manera directa en el papel auditivo. Aunque ambas son partes con funciones distintas, solo en conjunto pueden funcionar de manera adecuada.
La segunda estructura de este órgano es el oído medio, el cual se podría decir es la estructura más importante para la audición, debido a que todas sus estructuras trabajan activamente para la recepción y envio del sonido. De esta manera, algunos de sus elementos son los siguientes: la cavidad timpánica, el tímpano, la trompa de Eustaquio, la cadena de huesecillos, entre otros. Cada uno de ellos cumple una función específica que es fundamental para la audición, por lo que si alguno falla la pérdida es significativa.
Por último se encuentra el oído externo, que es la parte que se puede visualizar y se conoce comúnmente como la oreja. Esta subdivisión del oído cuenta a su vez con dos partes bien diferenciadas: el pabellón auricular y el conducto auditivo externo. Cada una de ellas cumple una función bien particular en la audición y se encarga también de la protección de todo el sistema de agentes externos perjudiciales, por lo que se podría decir que también son estructuras fundamentales y de vital importancia.
Es importante señalar que el cartílago es un hueso que se encuentra en el pabellón auricular, y se conoce por tener la función de marcar el contorno tanto de la nariz como de la oreja. De igual manera, el cartílago necesita una serie de nutrientes que son suministrados por el pericondrio, el cual es una capa de tejido sumamente delgado que se encuentra alrededor del cartílago. Cuando una persona sufre de pericondritis, estas dos estructuras mencionadas son las que se ven afectadas.
Tomando en cuenta todo lo anteriormente mencionado, se puede decir que el sonido viaja a través de todas estas estructuras de la siguiente forma: primero es captado por el tímpano en formas de ondas sonoras, el cual lo envía al oído interno, en donde las ondas se transforman en señales nerviosas conocidas como potenciales de acción que son captados por el nervio auditivo, el cual los envía al cerebro y de esta manera el órgano cerebral los interpreta y los identifica.
Causas
Existen una gran cantidad de causas por las cuales se puede generar esta infección conocida como pericondritis, debido a que el oído externo es una estructura sumamente expuesta a todos los agentes y elementos contaminantes del ambiente, y además es muy sensible a recibir golpes y cualquier otro tipo de lesiones. De esta manera, algunas de las causas por las cuales se genera esta enfermedad son las siguientes:
- Heridas en la oreja.
- Infecciones (ver artículo: otitis media)
- Quemaduras en el oído externo o en lugares adyacentes a él.
- Perforaciones de la oreja al nivel del cartílago, conocidas comúmente como piercings.
- Presencia de forúnculos.
- Cirugías del oído, tales como la mastoidectomía.
- Personas con sistema inmunológico debilitado.
- Individuos con diabetes.
- Presencia de la enfermedad conocida como granumatulosis de Wegener.
- Traumatismos en la cabeza (ver artículo: fracturas orbitarias).
- Picadura de algún insecto, no solo en el área de la oreja sino también en cualquier otra parte del cuerpo.
- Deportes en los que se produzca un contacto físico excesivo, como por ejemplo el fútbol o el basquetbol.
- Acupuntura.
Todas estas causas desembocan en la aparición o la entrada de bacterias al oído, lo cual produce la infección. Hasta ahora, las dos bacterias más conocidas que producen esta enfermedad son la bacilos gramnegativos y la pseudomonas aeruginosa, pero esto no significa que no se hayan encontrado otras bacterias a la hora de examinar una pericondritis, simplemente son las más comunes y las que los doctores suelen encontrar cuando realizan un diagnóstico en el cual la persona padece de pericondritis.
Por eso se debe tener mucho cuidado con las situaciones antes mencionadas, de manera que se puede evitar en la medida de lo posible la entrada de las bacterias al organismo y que a su vez producen una infección tan incómoda y trabajosa. Además, las bacterias pueden generar no solo la pericondritis sino también cualquier otro tipo de enfermedad infecciosa si se aloja en alguna otra parte del cuerpo, por lo que es necesario tener cuidado con las mismas.
Aparte de todas las causas ya mencionadas, la enfermedad se puede generar también por la entrada de cualquier otro agente extraño que sea portador de la bacteria, por lo que se tiene que tener mucho cuidado cuando la oreja, o el organismo en general, se ve expuesto a situaciones a las que no se encuentra acostumbrado, y también es importante mantener una limpieza estricta en las estructuras auditivas, de manera que se pueda reducir el riesgo de verse expuesto a estas situaciones.
Síntomas
En algunos casos la enfermedad se presenta sin síntomas, por lo que a la persona le cuesta mucho más identificar que tiene un problema al nivel de su oído. Sin embargo esto no ocurre en la mayoría de los casos, y aún cuando ocurre a medida que la enfermedad va progresando se van presentando síntomas que se vuelven cada vez más incómodos y molestos para la persona. De esta manera, alguno de los síntomas que puede presentar esta enfermedad son los siguientes:
- Enrojecimiento de la oreja.
- Dolor de la oreja.
- Inflamación de la oreja.
- Fiebre en distintos grados (dependiendo de que tan grave se encuentre la pericondritis).
- Acumulación de pus entre el cartílago y la capa de tejido que lo recubre, que recibe de nombre pericondrio.
- Interrupción del paso de la sangre desde el tejido pericondrio hasta el cartílago, debido a la acumulación de pues.
- Deformación total o parcial de la oreja, a lo cual se le conoce coloquialmente como oreja de coliflor.
- Muerte parcial del pabellón auditivo (en los casos más graves y avanzados).
- Secreción de la herida que genera la infección.
- Aspecto de celulitis (en las primeras etapas de la enfermedad).
Como bien ya fue mencionado, estos síntomas no se presentan totalmente en todos los casos, sino que una persona puede presentar unos síntomas y otros no, dependiendo de las características de su caso particular. Es por esto que ante la presencia de cualquiera de estos síntomas es necesario que la persona acuda a un médico que le pueda diagnosticar cual enfermedad padece, de manera que el tratamiento pueda ser aplicado en las etapas más tempranas y el progreso de la afección detenido.
De igual forma, cuando la enfermedad progresa o se convierte en una infección mucho más grave, se pueden presentar otros síntomas distintos a los ya mencionados, por lo que esto solo ayuda a resaltar que los síntomas en este apartado no son los únicos que se pueden presentar con una pericondritis, simplemente son los más resaltantes o los que se presentan con mayor frecuencia en los pacientes que sufren de esta enfermedad (ver artículo: sordera)
Diagnóstico
Cuando una persona presenta los síntomas de esta infección lo primero que debe hacer es acudir a un médico para que este pueda examinarlo y realizar las pruebas y exámenes necesario para establecer un diagnóstico preciso y posteriormente aplicar el tratamiento más adecuado para el caso particular de esa persona. De esta manera, el diagnóstico puede constar de varios pasos, los cuales son los siguientes:
Historial médico
Lo primero que debe realizar el doctor es armar un archivo con todo el historial médico de la persona, que le permita determinar si la causa por la cual se produjo la enfermedad se encuentra en alguna lesión o enfermedad pasada, o si de repente se encuentra en una condición que padezca actualmente la persona. De igual forma, el historial médico le sirve al proveedor de atención médica para establecer cualquier anormalidad del organismo y poder ser más precisos a la hora de recetar tratamiento.
Para realizar este expediente, el doctor debe realizarle una serie de preguntas al paciente con las cuales podrá ir armando la historia clínica del individuo. Si se encuentra en contacto con cualquier otro doctor que ya haya tratado a esa persona también sería ideal pedirle el archivo que tenga, debido a que así puede contar con un historial más completo.
De igual manera, le puede solicitar al paciente que le lleve todos los exámenes pasados que se haya realizado, si es que cuenta con ellos, de manera que los pueda contrastar con los nuevos que se va a realizar la persona, y así tener una idea más clara de que tan afectado se ha visto el oído externo de la persona, lo cual le permite a su vez aplicar un tratamiento más eficiente y acorde para ese caso en particular.
Exploración física del oído
Luego de que el médico cuenta con todo el historial médico de la persona armado procede a realizar un examen físico del oído, el cual le permite determinar en que condiciones se encuentra el oído de la persona y que tan avanzada se encuentra la infección, para a partir de ahí establecer que camino se va a seguir para la curación de la persona de manera definitiva.
Por lo general con este tipo de exámenes el médico no necesita mayor instrumentaria que unos guantes quirúrgicos y una linterna en algunos casos, sin embargo esto es solo accesorio debido a que como la infección se encuentra en la parte externa de la oreja, puedo ser visualizada de manera bastante rápida y clara. Los guantes los utiliza en primer lugar para no empeorar la condición de la infección, y en segundo lugar para no contagiarse el mismo o contraer la bacteria que posee la persona.
De esta manera, en una exploración física, el proveedor de atención médica simplemente examina con detalle la estructura física de la oreja donde se encuentra la infección, tocándola y moviéndola en algunos momentos para ver la reacción de la persona ante esto. Este tipo de examen no es para nada invasivo, y no suele tardar más de diez minutos, siendo de igual manera sumamente eficiente y permitiendo realizar un diagnóstico preciso y claro de la enfermedad, sin necesidad de realizar otras pruebas.
Cultivo de la bacteria
Si el doctor así lo considera necesario, puede solicitar una prueba extra conocida como el cultivo de la infección o de la bacteria, la cual le permite examinar en un laboratorio la bacteria que posee la persona alojada en su cuerpo, de manera que pueda determinar todas sus características de manera precisa y establecer cual sería la mejor manera de combatirla y vencerla de manera definitiva.
Para realizar esta prueba simplemente se debe extraer una muestra del pus que se encuentra acumulado entre el cartílago y el pericondrio y enviarlo a examinar a un laboratorio. Una vez que se obtienen los resultados el médico es capaz de realizar un diagnóstico más preciso y efectivo, debido a que sabe a que bacteria se está enfrentando.
La prueba es totalmente indolora y no causa ningún tipo de problemas en el paciente, y los resultados tardan aproximadamente uno o dos días en ser entregados por el laboratorio, por lo que se puede decir que no está de más realizarla a la hora de presentar pericondritis, ya que solo genera ventajas para el diagnóstico de la enfermedad.
Tratamiento
Una vez que el proveedor de atención médica ha realizado el diagnóstico y conoce con exactitud el estado en el que se encuentra la infección del paciente, puede proceder a aplicar el tratamiento. Este no siempre es el mismo para todos los individuos, dependerá de las condiciones particulares de cada caso, tanto en el desarrollo de la enfermedad como en las características particulares del organismo de la persona. De esta manera, alguno de los tratamientos aplicados para esta enfermedad son los siguientes:
Medicamentos
Por lo general lo primero que se le receta a la persona es la aplicación de antibióticos y corticoides, debido a que estos son la manera más efectiva de acabar con la infección en el tiempo más corto posible. El tipo de antibiótico administrado dependerá de la persona a la cual se le están administrando, y de que tan grave se encuentra el estado de la infección para ese momento.
Estos antibióticos suelen ser administrados por la vía oral, aunque se pueden ver algunas excepciones de acuerdo al caso y a la persona, y en su mayoría se utilizan algún tipo de fluoroquinolona, siendo la más común la ciprofloxacina, debido a que este antiobiótico suele ser sumamente efectivo para combatir las bacterias que comúnmente producen la pericondritis. En el caso de que la enfermedad sea producida por alguna otra bacteria, el doctor deberá recetar el medicamento más acorde para acabar con ese micro-organismo.
Cuando la infección se ha vuelto muy grave o se evidencia que la administración oral no está mejorando la condición de la persona, los antiobióticos pasan a administrarse de manera intravenosa, de modo que actúen directamente y puedan ejercer su efecto de una manera mucho más rápida y efectiva.
Retiro de objetos
Al mismo tiempo que los médicos recetan los antiobióticos y medicamentos pertinentes para curar la enfermedad, se encargar de retirar cualquier objeto o cuerpo extraño que se encuentre en la oreja, de manera que este no pueda obstruir la vía de curación y tampoco pueda empeorar la condición del paciente. Esto significa que cualquier zarcillo o piercing que tenga la persona tendrá que ser removido por lo menos hasta que se encuentre totalmente curada, e inclusive un poco más.
De igual manera si cuenta con algún otro agente que pudiera estar empeorando la condición de la afección el médico también debe retirarlo lo más pronto posible, de manera que la curación de la persona se de de la manera más óptima y favorable.
Incisión
Cuando la acumulación de pus debido a la pericondritis es muy excesiva y el flujo de sangre ha parado por completo, se vuelve necesaria la realización de una intervención quirúrgica para drenar todo el pus que se encontraba acumulado a manera de absceso, gracias a lo cual la sangre puede fluir nuevamente hacia el cartílago y la infección y la hinchazón de la oreja pueden rebajarse de manera considerable.
Esta incisión es sumamente sencilla y se realiza de manera ambulatoria y con anestesia local en el consultorio del médico, lo cual no suele tardar más de una hora. Sin embargo, debido a las condiciones en las cuales se encuentra la oreja de la persona, suele ser una intervención sumamente dolorosa inclusive después de realizada, por lo que es conveniente que la persona se prepare para sentir dolor y molestias.
Luego de realizada la operación, los proveedores de atención médica suelen mantener en el lugar un pequeño drenaje durante máximo las siguientes 72 horas, de manera que se aseguren que el cartílago reciba el flujo sanguíneo necesario para no volver a inflamarse o a acumular pus. Luego de realizar todo este procedimiento, la infección debería ver un estado de mejoría bastante considerable.
Además, en algunos casos los médicos suturan el pericondrio para asegurarse que la infección no se vuelva a producir y la persona tenga que volver a pasar por todas las incomodidades y los riesgos de esta enfermedad. Sin embargo, esto primero debe ser bien evaluado por el médico antes de ser realizado, debido a que conlleva sus propias complicaciones en el paciente.
Otros tratamientos
Aparte de los ya mencionados, no hay mucho más que el médico le puede recetar al paciente para curar la afección. Simplemente debe esperar a que la enfermedad se vaya curando poco a poco y que su oído externo vuelva a tener las condiciones normales. Los otros tratamientos que se le pueden recomendar son para aliviar el dolor, el cual en muchos casos puede llegar a ser insoportable. De esta manera, algunas de las cosas que recomiendan para disminuir el dolor causado son:
- Toma de análgesicos cada ocho o diez horas, dependiendo de la potencia del mismo.
- Colocación de compresas calientes en el oído afectado, tantas veces al día como pueda.
- No dormir de ese lado para que la oreja no roce con la cama.
- Evitar colocarse audífonos o cualquier otro cuerpo extraño en el oído durante el tiempo de duración de la enfermedad.